Córdoba,
a 9 de octubre de 2014
Estimados
Capataces, Contraguías y Costaleros de Nuestro Padre Jesús del Calvario
y
Nuestra Señora del Mayor Dolor:
Mi
carrera como capataz siempre ha estado ligada a la Hermandad del Calvario;
desde 1985, como auxiliar del palio del Mayor Dolor; en 1993, pasando a ser
capataz del Señor y en 2012, como titular de los dos pasos. Ahora se cierra un
ciclo y después de 30 años, toda una vida de esfuerzo, trabajo y dedicación, y
en plena progresión del reto que me encomendó la Cofradía, he quedado relegado
por esta Junta de Gobierno, teniendo que decir adiós a la conclusión del
proyecto tan sólo por ejercer mi derecho como hermano.
En
todos estos años no he tenido otra pretensión que transmitiros mi amor por
nuestra Cofradía. Que nuestra misión era, a través de nuestro esfuerzo,
difundir el testimonio de fe que toda cofradía hace en la calle en su Estación
de Penitencia. Que viviéramos en nuestro entorno los valores que nos marca el
Señor con su Palabra y como transmisores de ese testimonio, ejercerlos
coherentemente en nuestro grupo.
Nunca
fui solamente exigente en las técnicas de costalero, la ropa, el andar…, sino también
en la relación fraternal que debíamos mantener entre nosotros, cultivando la
fidelidad, el amor, la comprensión, la honestidad, la caridad… Todo ello nos
iba a dar fuerza para superar los retos marcados y continuar así el legado que
nos habían inculcado nuestros ancestros y traspasado hasta ahora, nuestros
Hermanos Mayores.
A
partir de ahora nos quitarán de compartir el calor de la cercanía en el trabajo
después del esfuerzo y también el frío del metal argénteo del llamador al
levantar, pero habiendo vivido los valores antes mencionados, esa unión nunca
nos la podrán arrebatar.
Ha
sido un honor trabajar con todos vosotros, ser vuestros ojos llevando al
Capataz de nuestras vidas y a su Santísima Madre por las calles de Córdoba,
mostrando cuales eran nuestros ideales. En estos años he conocido a muchas
personas que me han marcado, tanto en lo personal como en el trabajo que
hacíamos, y me han hecho mejorar como persona, como cristiano y como capataz.
GRACIAS
a vosotros capataces y contraguías, por vuestro impecable trabajo, empeño, dedicación,
rigor, buen hacer y fidelidad. GRACIAS a vosotros costaleros que le habéis dado
a
la
Cofradía el esfuerzo, el corazón y la vida, y a mí, la amistad, las vivencias y
las emociones.
Os
convertisteis todos en parte de mi familia, así os consideran mis hijos que se
hicieron grandes en la hermandad entre costales y ensayos. GRACIAS a todos por
vuestro apoyo en estos momentos difíciles.
Id
con la cabeza alta, orgullosos por el trabajo honesto que habéis hecho, porque
será difícil superar lo logrado y sabed que sois parte del mejor patrimonio que
tiene la Hermandad.
No
estéis intranquilos por el futuro, encomendaros a nuestros Titulares, poneros
en sus manos
que
ellos siempre os marcarán el camino a seguir. GRACIAS también a mi familia por
su respaldo, su comprensión y su paciencia.
Pero
todo en la vida tiene un final, algunas veces buscado y otras veces como en
esta ocasión, impuesto. Y en nuestra Cofradía, como en cualquier lugar, las
personas pasan, y pasarán, aunque los hechos quedan para ser juzgados por la
historia; tanto los buenos como los malos.
Además
este final no es más que el principio de nuevos retos y una nueva lucha que nos
llenará de ilusiones y esperanza, por lo tanto ésta no es una despedida triste,
ya que no puede haber tristeza cuando se tiene la satisfacción de haber
cumplido con el deber.
Mis
últimas palabras para nuestros Titulares, GRACIAS a NUESTRA SEÑORA DEL MAYOR
DOLOR por ser la Madre buena que escucha, la Mediadora de todas mis súplicas, ruegos,
peticiones y agradecimientos hacía Dios y GRACIAS al SEÑOR DEL CALVARIO, ante cuyo
nombre no me queda nada más que hincar la rodilla e inclinar mi cabeza.
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